Amaranto, la semilla prodigiosa

Las semillas son un tesoro de la naturaleza porque en ellas se encuentra el mayor concentrado de nutrientes, más si pensamos que de ellas brota la vida.

Por suerte para todos, hoy en día se han recuperado muchas plantas y cultivos que durante siglos fueron relegados, bien por ignorancia, por luchas de poder, supersticiones o simplemente porque no eran rentables.

Es el caso del amaranto, uno de los cultivos más antiguos de la humanidad, ya conocido por mayas y aztecas encontrándose vestigios arqueológicos de sus uso del año 4.000 a.C.

Se cree que fueron los mayas los primeros en reconocer sus cualidades nutritivas. Y tanto ellos como los aztecas dedicaron grandes zonas a su cultivo, ofreciéndolo como tributo al Rey Moctezuma.

Hoy se considera uno de los vegetales con mayor potencial alimenticio, por su gran resistencia a sequías y su alto rendimiento, así como por su riqueza en minerales, hidratos de carbono y proteínas de gran calidad.

 

¿Qué es el amaranto?

El amaranto es la semilla de una planta herbácea y anual de la familia Amaranthaceae. No es un cereal, aunque se le trata igual.

Originaria del centro y Sudamérica, hoy se cultiva además en regiones templadas y cálidas por su fácil adaptación y resistencia.

De la planta se aprovechan sus semillas y las hojas como alimento. Hay otras variedades que se cultivan como planta ornamental por sus bonitas flores, que tienen una larga duración.

 

Propiedades nutritivas del amaranto

Las cualidades de estas diminutas semillas son tantas, que lo convierten en un alimento excepcional y que no debería faltar en nuestra dieta habitual.

Destaca por su alto contenido en hidratos de carbono en forma de almidón, un almidón con unas cualidades particulares. Debido al diminuto tamaño de las semillas es mucho más digerible, apto para papillas de bebés y también usado como espesante e incluso para hacer plásticos biodegradables.

También destaca por su contenido en proteínas de gran calidad biológica sin gluten, al igual que la quinoa y glúcidos que proporcionan energía.

Sus hidratos de carbono son de absorción lenta, lo que hace que la energía se vaya liberando lentamente proporcionando glucosa al cerebro y a las neuronas, ayudando a la concentración, a la memoria y al aprendizaje, por eso se le conoce también como “el cereal de los estudiantes”.

Tiene un contenido en fibra mayor que el de otros cereales lo que ayuda a nuestros intestinos a trabajar mejor. Y también ayuda a regular el colesterol en sangre.

Es rico en grasas “buenas”  y en “escualeno” que es un ácido orgánico con un gran poder antioxidante y anticancerígeno, muy usado en la medicina oriental, siendo el amaranto la mejor fuente natural de este elemento.

Posee calcio, magnesio y fósforo, y aunque su calcio no es el de mejor calidad, la combinación con estos otros minerales crea una simbiosis perfecta, ideal para fortalecer los huesos.

Y por si fuera poco también tiene un buen contenido en hierro, cinc y selenio.

Contiene casi todas las vitaminas del grupo B y vitamina E.

¿Qué más se le puede pedir a un alimento?

 

 

¿Cómo se cocina el amaranto?

La forma de tratar el amaranto es como si se tratase de un cereal, como el trigo o el arroz.

Se puede tomar cocido, inflado, tostado, en forma de harina o en brotes germinados para ensaladas. En algunos países se comen las hojas y los tallos de la planta, pero solo donde se cultiva.

Para cocinarlo se usa aproximadamente el doble y medio de agua que de amaranto, esto dependerá del tipo que sea, y se recomienda mantener el caldero tapado durante la cocción. Para obtener un sabor mejor, se puede añadir al agua un trozo de cebolla, de apio o de alga kombu.

Tiene un sabor intenso por lo que a veces se suele mezclar con otros cereales o legumbres.

Pero si todavía e estás preguntando ¡que hacer con el amaranto? Pues no te imaginas lo versátil que es, aquí van unas cuantas ideas.

 

Qué puedo hacer con amaranto

Una vez cocinado lo podemos usar de muchas maneras como por ejemplo:

  • Para rellenar verduras, cualquier verdura tipo calabacín, berenjenas, tomates, etc… puedes hacer el relleno habitual y añadirle amaranto para darle sabor y consistencia.
  • Hacer un risotto. Normalmente se utiliza para este plato típico italiano el arroz carnaroli, que es un tipo de arroz de grano redondo y glutinoso, cualidad esta última que también posee el amaranto, por lo que es posible hacer un risotto de amaranto.
  • Para dar consistencia. A sopas, cremas de verduras y salsas.
  • Para hacer barritas energéticas. Perfecto por su alto contenido en hidratos de carbono de absorción lenta y su contenido en fibra.
  • Para hacer tortillas mejicanas. Mézclalo con harina de millo y obtendrás una masa con más sabor y consistencia.
  • Para hacer hamburguesas veganas. En el mundo vegano y vegetariano el amaranto es un alimento muy recurrido, mezclándolo con quinoa y verduras, por ejemplo, podrás tener unas hamburguesas deliciosas.
  • Recetas dulces. Sobre todo si se mezcla con miel y en mermeladas actúa como espesante y así se puede usar menos cantidad de azúcar.
  • Harina de amaranto, que podemos hacer en casa, triturando las semillas con un molinillo o con un buen robot de cocina, podemos hacer bizcochos, galletas, albóndigas o croquetas.

Para eleboraciones donde necesitamos que la masa suba, como pan, bizcochos, etc… hay que mezclarla con alguna harina de otro tipo como trigo, millo, espelta, u otras similares.

Y esto es todo, espero haberte ayudado a saber un poquito más sobre este súper alimento y que lo vayas incorporando poco a poco en tus platos.

Ten en cuenta que al añadir amaranto a tus recetas estás añadiendo un plus de salud.

 

 

 

Artículo de Rosa Ventura, editora del blog gastronómico La Palmera Rosa, para Comeztier